La pena medicinal de la excomunión como herramienta de la iglesia para la salvación de las almas
Date
2021-07-30Authors
Betancourt Castillo, José IvánDirectors
Álvarez Salgado, José FernandoEvaluators
Rodríguez Venegas, MarioPublisher
Pontificia Universidad Javeriana
Faculty
Facultad de Derecho Canónico
Program
Maestría en Derecho Canónico
Obtained title
Magíster en Derecho Canónico
Type
Tesis/Trabajo de grado - Monografía - Maestría
COAR
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Metadata
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English Title
The medicinal penalty of excommunication as a tool of the Church for the salvation of soulsResumen
La excomunión implica una ruptura con los vínculos que unen al creyente a Cristo por medio de la Iglesia, pues pierde sus derechos como fiel, adquiridos por el Bautismo, hasta que sea verificada la cesación de su contumacia.
Así pues, la excomunión no es una pena perpetua, cuyo tiempo depende de la conversión del reo, y en algunos casos de la prescripción, es decir, el tiempo que tiene la Iglesia para imponer la pena, como por ejemplo el aborto que prescribe a los cinco (5) años, ya que pasado este tiempo es improcedente la pena.
Queda claro que el excomulgado sigue siendo miembro de la Iglesia, pues la huella del Bautismo es indeleble, pero dada la gravedad especial del delito cometido, es privado de la comunión de los fieles, lo que implica que no puede acceder a los sacramentos ni sacramentales, ni puede ejercer oficios eclesiásticos.
La excomunión tiene su fundamentación bíblica, siendo un caso concreto el presentado en el Evangelio de San Mateo: «Si tu hermano llega a pecar, vete y repréndele, a solas tú con él. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano. Si no te escucha, toma todavía contigo uno o dos, para que todo asunto quede zanjado por la palabra de dos o tres testigos. Si les desoye a ellos, díselo a la comunidad. Y si hasta a la comunidad desoye, sea para ti como el gentil y el publicano» (Mt. 18, 15 - 17).
Ciertamente, aquí no se trata de la excomunión en sentido moderno como se conoce hoy, pero esta pena hunde sus raíces en el Evangelio mismo, el cual muestra un proceso, donde se inicia reprendiendo al fiel que pecado gravemente, hasta finalmente alejarlo de la comunidad de creyentes.
El Señor Jesús, dio a la Iglesia la potestad de sancionar con penas a los fieles que cometen delitos, cuando afirma en el Evangelio: «Yo os aseguro que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo» (Mt. 18, 18).
La excomunión es la máxima pena de la Iglesia, la cual hace parte del sistema penal canónico, con el cual se busca mantener el orden eclesial, lo que favorece a la Iglesia en el cumplimiento de su misión, que es «la salvación de las almas como su ley suprema» (cfr. canon 1752).
Para hablar de excomunión, es importante hablar de plena comunión, que son como los dos polos, pues si estar excomulgado es romper con todos los vínculos jurídicos eclesiales, estar en plena comunión es gozar de todos los vínculos jurídicos con la Iglesia.
La plena comunión se realiza «por los vínculos de la profesión de fe, de los sacramentos, y del régimen eclesiástico» (cfr. canon 205), lo que lleva a afirmar que gran parte de los fieles no están en plena comunión con la Iglesia, pues los católicos practicantes, que viven estos tres elementos, no son todos los bautizados.
Abstract
Excommunication implies a break with the ties that unite the believer to Christ through the Church, since he loses his rights as a faithful, acquired by Baptism, until the cessation of his contumacy is verified.
Thus, excommunication is not a perpetual penalty, the time of which depends on the conversion of the offender, and in some cases on the prescription, that is, the time the Church has to impose the penalty, such as the abortion it prescribes for the five (5) years, since after this time the penalty is inadmissible.
It is clear that the excommunicated person is still a member of the Church, since the imprint of Baptism is indelible, but given the special gravity of the crime committed, he is deprived of the communion of the faithful, which implies that he cannot access the sacraments or sacramentals , nor can he exercise ecclesiastical offices.
The excommunication has its biblical foundation, a concrete case being the one presented in the Gospel of Saint Matthew: «If your brother sins, go and rebuke him, you alone with him. If he listens to you, you will have won your brother. If he does not listen to you, he still takes one or two with you, so that all matters are settled by the word of two or three witnesses. If you ignore them, tell the community. And if even the community does not listen, let him be to you like the Gentile and the publican "(Mt. 18: 15-17).
Certainly, here it is not about excommunication in the modern sense as it is known today, but this penalty has its roots in the Gospel itself, which shows a process, where it begins by reprimanding the faithful who seriously sinned, until finally distancing them from the community. of believers.
The Lord Jesus gave the Church the power to punish the faithful who commit crimes with penalties, when he affirms in the Gospel: «I assure you that everything you bind on earth will be bound in heaven, and everything you untie on earth he will be loosed in heaven ”(Mt. 18:18).
Excommunication is the maximum penalty of the Church, which is part of the canonical penal system, which seeks to maintain the ecclesial order, which favors the Church in the fulfillment of its mission, which is "the salvation of souls as its supreme law ”(cf. canon 1752).
To speak of excommunication, it is important to speak of full communion, which are like the two poles, because if being excommunicated is breaking all ecclesial legal ties, being in full communion is enjoying all legal ties with the Church.
Full communion is achieved "through the bonds of the profession of faith, the sacraments, and the ecclesiastical regime" (cf. canon 205), which leads to the affirmation that a large part of the faithful are not in full communion with the Church. Well, practicing Catholics, who live these three elements, are not all baptized.
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