El votante Obama-Trump en el condado suffolk : ¿realidad o mito?
Datum
2023-03-23Autoren
Posada Torres, SebastiánDirektor
Salgado Ruiz, HenryEvaluator
Aldana Cedeño, Janneth ArceliaHerausgeber
Pontificia Universidad Javeriana
Fakultät
Facultad de Ciencias Sociales
Facultad de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales
Programm
Sociología
Ciencia Política
Erhaltener Titel
Sociólogo (a)
Politólogo (a)
Typ
Tesis/Trabajo de grado - Monografía - Pregrado
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Englischer Titel
The Obama-Trump voter in suffolk county : myth or Reality?Zusammenfassung
En las elecciones presidenciales del 2016, se presentó en Estados Unidos un evento calificado en ese entonces como sísmico para el sistema político: la victoria del magnate multimillonario Donald Trump. Ante este suceso, los medios de comunicación masivos de inmediato se impusieron a sí mismos la búsqueda de qué causó este hecho.
Las respuestas abundaron, a veces entremezclándose y a ratos oponiéndose. Lo que sí fue evidente para todos, sin embargo, fue que la elección de Trump se debió a un fenómeno de carácter regional. Efectivamente, de los estados que habían dado su voto popular (y, por ende, sus votos dentro del Colegiado Electoral), previamente por Obama durante los ciclos electorales del 2008 y del 2012, antes de dárselos a Trump en el 2016, la mayoría se ubicaban dentro del medio oeste del país, en lo que popularmente se conoce como el Rust Belt (Cinturón de Óxido). Esta parte del país, asociada comúnmente con la industrialización estadounidense y su declive subsecuente, entonces fue señalada como fundamental para el momento político-social que atravesaba la nación norteamericana.
Para subrayar la magnitud de este fenómeno, tan sólo hay que hacer referencia a las diferencias entre los mapas electorales a lo largo de las dos décadas pasadas. Por ejemplo, de todos los estados que pasaron de votar por Obama en el 2012 a Trump en el 2016, ninguno se destacó tanto como Iowa, desde un punto de vista cartográfico. Treinta y un condados que habían dado sus votos populares a Barack Obama tanto en el 2008 y el 2012, fueron conquistados por el quien años atrás lo había acusado de haber nacido en Kenia.
Esto llama la atención a los llamados condados pívot, donde se refleja a lo largo del tiempo el cambio en tendencias políticas a nivel local. Eso condados, pese a concentrarse en el medio oeste de los Estados Unidos, no son exclusivos a esta región.
Un ejemplo de esto que se podría considerar particularmente interesante es el condado Suffolk, ubicado al este de la ciudad de Nueva York. En este condado, cuya población de aproximadamente millón y medio de habitantes supera incluso a algunos países pequeños, Obama ganó en las elecciones del 2008 y 2012, pero luego fue dominado por Trump en el 2016. Ante esto, surge una interrogante que va al corazón de este asunto: ¿por qué?
Desde el 2016 hasta el presente, se ha especulado sobre qué subyace a este hecho. Una hipótesis recurrente alude a los llamados votantes Obama-Trump, quienes, por diversas posibles razones, cruzaron el muro partidista para darle la victoria al magante. Ahora bien, teniendo en cuenta la narrativa sobre este grupo, se puede especular si constituye un fenómeno explicativo para todas las regiones Obama-Trump. Efectivamente, el condado Suffolk, a diferencia de lugares como Iowa, queda por fuera del Cinturón de Óxido, y posee historias políticas, económicas, y sociales distintas a lo que es considerado como el “hogar” mayor de los votantes Obama-Trump.
Siendo así, el estudio presente busca determinar si los votantes Obama-Trump siquiera podrían constituir un grupo lo suficientemente grande para explicar el realineamiento del condado Suffolk.
Abstrakt
In the presidential election of 2016, the United States of America bore witness to an event that could only be described as seismic for the world of politics: the triumph of Donald Trump over Hillary Clinton. Astonished by this unexpected outcome, the mass media immediately tasked itself with finding an explanation.
Answers were everywhere, oftentimes complimenting each other and at other times in fierce opposition to one another. What was universally agreed upon, however, was that Trump’s victory was at least partially caused by a regional phenomenon. Indeed, of the states where Obama won the popular vote (and consequentially, the electoral votes) in 2008 and 2012 before flipping to Trump in 2016, most of them were located in the American Midwest, in a part of the country commonly referred to as the Rust Belt. This region, frequently associated with both the rise and fall of American manufacturing, fell under the political spotlight as key to understanding what was taking place in this new chapter of U.S. history.
To have an idea of the magnitude of this phenomenon, all that one has to do is to take a look at the changes suffered by American electoral maps over the past two decades. For example, of all the states that had flipped from voting for Obama in 2012 to Trump in 2016, arguably none stand out more than Iowa, at least from a cartographic point of view. Thirty-one counties that had given the majority of their popular votes to Obama, both in 2008 as well as 2012, went on to help elect a man who years earlier had accused of him of having been born in Kenya.
This brings our attention to what are known as “pivot counties”, where changes in political alignment over time are reflected at the local level. These counties, despite being located mostly in the Midwest, aren’t exclusive to this region.
An example of a non-midwestern county that could be considered particularly noteworthy is Suffolk County, located east of New York City on Long Island. In this county, whose population of roughly one million and five hundred thousand people rivals that of small countries, Obama won the presidential election both in 2008 and 2012, before becoming a stronghold for Trump in 2016. Faced with this reality, a simple question arises: why?
From 2016 up until the present day, much thought has been given to this question. A commonly mentioned hypothesis highlights the importance of Obama-Trump voters, who, for various different possible reasons, jumped over the wall of partisan politics in 2016 to give the host of The Apprentice a victory that placed him at the center of American political life. Taking into account this group of swing voters, one may wonder if they are able to properly serve as an explanation for all parts of the country that flipped from Obama to Trump. Indeed, Suffolk County, unlike places like Iowa, is far from the Rust Belt, and has its own political, economic, and social history, making it an unlikely fellow to what is considered the Mecca of Obama-Trump voters.
As such, this investigation aims to determine if Obama-Trump voters were even a large enough part of the electorate to possibly explain Suffolk County’s political realignment in the first place.
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