The limits of the US-Japan Security Alliance from 2016-2019 : differing threat perceptions and ensuing points of friction
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2024-07-23Share this record
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English Title
The limits of the US-Japan Security Alliance from 2016-2019 : differing threat perceptions and ensuing points of frictionResumen
La alianza entre Estados Unidos y Japón ha servido históricamente a ambos Estados en el cumplimiento de sus intereses militares en la región. Por un lado, Japón ha podido enfocarse en el desarrollo económico y en el fortalecimiento de su capacidad militar, mientras que Estados Unidos ha logrado mantener una presencia estratégica en Asia Oriental. El apoyo financiero de Japón a las fuerzas militares estadounidenses ha permitido a ambos Estados colaborar en materia de defensa en territorio japonés y, progresivamente, expandir su cooperación hacia operaciones internacionales.
A medida que el panorama regional se transforma con la evolución de las amenazas a la seguridad, como el avance nuclear de Corea del Norte (RPDC) y la postura asertiva de China en el Mar de China Meridional—además de otras disputas territoriales—, la alianza ha debido actualizar sus directrices de cooperación para responder a estos nuevos contextos. Sin embargo, Estados Unidos y Japón han identificado discrepancias en la estructura de su cooperación, debido a diferencias en la percepción de estas amenazas y en los medios a través de los cuales desean abordarlas.
Para Estados Unidos, la alianza representa un punto estratégico que le permite mantener su influencia en la región de Asia Oriental y obtener beneficios de ello. De esta manera, Washington busca disuadir a Corea del Norte de utilizar su creciente arsenal nuclear y evitar su posible proliferación hacia organizaciones terroristas, una prioridad clave en su estrategia de seguridad. No obstante, esta preocupación no es compartida en la misma medida por Japón, lo que ha limitado su participación en operaciones militares fuera de su territorio en el marco de la "Guerra contra el Terrorismo" liderada por Estados Unidos.
La presencia de bases militares estadounidenses en aguas japonesas también permite a Estados Unidos obtener beneficios económicos mediante el uso de rutas comerciales en el Mar de China Meridional, las cuales podrían verse amenazadas por las reivindicaciones territoriales de China, que han generado tensiones militares en la región.
Por otro lado, las restricciones militares de Japón lo hacen especialmente cauteloso ante posibles ataques por parte de China o Corea del Norte. Aunque Japón ha comenzado a cuestionar el grado de compromiso de Estados Unidos en la defensa de sus aliados, no busca acelerar su propio desarrollo militar y sigue dependiendo de la asistencia estadounidense. A su vez, Washington ha ejercido presión sobre Tokio para que amplíe su rol dentro de la alianza y asuma una postura más activa. Esta presión se hizo especialmente evidente en 2016, cuando Donald Trump asumió la presidencia de Estados Unidos y criticó abiertamente a Japón por no asumir una mayor responsabilidad en su propia defensa. No obstante, los cambios en la política militar japonesa aún están por definirse.
Abstract
The U.S-Japan alliance has historically served both states in fulfilling their military interests in the region. For one part, Japan has been able to focus on economic development as well as military strength, while the United States (U.S) has been able to have a strategic presence in Eastern Asia. Japan’s financial support to U.S military has allowed both states to work together in matters of defense in Japanese territory and have gradually expanded towards international operations.
As the regional landscape transforms with the evolution of security threats, such as North Korea’s (DPRK) nuclear advancement, and Chinese assertiveness in South China Sea- as well as other territorial disputes-, the alliance has had to update its cooperation guidelines to react to corresponding contexts. However, the U.S and Japan notice discrepancies in their cooperation structure due to differences in the way they perceive both threats, as well as the means by which they wish to resolve these security issues.
For the United States, the alliance is a strategic point in which the U.S can still implement its influence over the Eastern Asian region to reap the benefits. In this way the US is able to deter North Korea from using its growing nuclear arsenal and hopes to stop possible proliferation to terrorist organizations, which remain an American priority for security. This is not a concern shared by the Japanese, which have made them somewhat unhelpful in military operations outside of Japanese territory in the U.S’ “War on Terror”.
The presence of U.S bases in Japanese waters also allows the U.S to gain economically by using commercial routes in the South China Sea, which potentially could be threatened by Chinese claims of the territory that have resulted in military tensions.
Alternatively, Japan’s military restrictions make them weary of possible attacks by either China or North Korea. Though Japan begins to question the U.S interests in defending its allies, Japan does not necessarily wish to hasten its military development and still depends on the United States to come to their aid. On the other hand, the U.S has pressured Japan into expanding their understanding of the alliance and has pushed for a more active Japanese role. This pressure is highlighted in 2016 when Donald Trump is elected as the American President and openly criticizes Japan for not pulling its own weight. Nevertheless, changes in the Japanese military remain to be seen.
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